Wilmore y Williams estuvieron presentes para ayudar con la salida de Starliner de la estación espacial.
“Los respaldamos y ustedes pueden con esto”, dijo Williams por radio a los controladores de la misión en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston antes del desacoplamiento de la cápsula. “Traiganla de regreso a la Tierra. Buena suerte”.
El viaje de regreso de Starliner será seguido de cerca, ya que marca el final de unos meses dramáticos para Boeing y la NASA. El vuelo de prueba tenía como objetivo demostrar que la nave espacial podía transportar astronautas de manera confiable hacia y desde la órbita baja terrestre, allanando así el camino para que la NASA certificara a Boeing para realizar viajes regulares a la estación espacial.
En cambio, los problemas con los propulsores se convirtieron en el último gran revés para el programa Starliner de Boeing, que incluso antes del lanzamiento tenía un presupuesto superior en más de 1.500 millones de dólares y un retraso de años. Un vuelo de prueba sin tripulación que la NASA exigió a Boeing antes de que su nave espacial pudiera transportar astronautas también salió mal la primera vez, y la compañía tuvo que repetirlo en 2022.
Los funcionarios de la NASA dijeron a principios de esta semana que la agencia espacial está trabajando con Boeing en modificaciones a los propulsores de Starliner. Se realizarán análisis adicionales una vez que el vehículo esté de regreso y los ingenieros hayan tenido la oportunidad de evaluar su rendimiento.
Para evitar posibles averías en los propulsores cuando la Starliner comience su viaje de regreso a casa, los controladores de vuelo modificaron el proceso normal de desacoplamiento de la cápsula. Después de desprenderse de la estación espacial, la Starliner volará de forma autónoma hacia arriba y se alejará del puesto de avanzada en órbita para proteger la estación espacial en caso de que algo salga mal.
Varias horas después, los motores de Starliner harán un “encendido de desorbitación” para lanzarla en picada a través de la atmósfera terrestre. A medida que se acerque a su lugar de aterrizaje en Nuevo México, se desplegarán paracaídas para frenar la cápsula y se desplegarán bolsas de aire debajo de la nave espacial para amortiguar su aterrizaje.
Boeing desarrolló su nave espacial Starliner en el marco del Programa de Tripulación Comercial de la NASA, una iniciativa lanzada en 2011 para apoyar a los vehículos espaciales de construcción privada con el fin de llenar el vacío dejado por los transbordadores espaciales retirados de la NASA. La empresa rival SpaceX desarrolló su nave espacial Crew Dragon como parte del mismo programa y ha estado realizando vuelos de rutina hacia y desde la estación espacial desde 2020.